domingo, 20 de abril de 2014

Feliz Pascua



viernes, 18 de abril de 2014

Compañía en la soledad

Leí "Cien Años de Soledad" a los catorce. Tomé con cierta reverencia ese tomo que pensé que no iba a aguantar, porque ya se sabe que cuando te alaban tanto algo, resulta ser un coñazo.


Empecé: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella remota tarde en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo."


Y continué y continué absolutamente facsinado por una historia donde daba por ciertos hechos que eran claramente fantasía, pero eran fantasías donde lo imposible se transformaba en cotidiano, como aquel cura que levitaba gracias al viejo truco de tomar una taza de chocolate.

Recuerdo no poder despegarme del libro en dos días y sentir palpitaciones cuando estaba llegando a las últimas páginas. Recuerdo que en las dos últimas páginas no sentía sólo palpitaciones, sino que me dolía el estómago, veía que terminaba y no quería que terminase.


Pero el libro terminó. "Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismo) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra."

Resoplé, respiré, seguía con las palpitaciones y el dolos en el estómago. Estaba confuso, anonadado, desbordado. Me sentía como si me hubieran transmitido un gran secreto y sentía como si me hubieran revelado una maldición de todos los hombres, o al menos, a mi, en aquel momento, mi secreto: no tenemos una segunda oportunidad sobre la tierra.

Había un segundo secreto: aquel era mi libro. Aquel que nos marca.

Volví varias veces a releerlo, siempre con miedo de que no me gustara. Temor infundado, siempre me gustó, aunque nunca más volví a sentir aquella angustia.

Revisité muchas otras historias. No aguanté "El Otoño del Patriarca", pero leí, devoré, fascinado "El Coronel no tiene quien le escriba", "Crónica de una muerte anunciada" y algunos más.

Años más tarde me regalaron mis amigos "Vivir para contarla", el primer tomo de su autobiografía. El relato del viaje con su madre a liquidar una herencia es un resumen de "Cien años de soledad", especialmente. Para mi, esas cincuenta páginas son las mejor escritas en español en muchos años. Además, me enseñó que la vida no es cómo uno la vive, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla.

Siempre encontraremos compañía entre tanta soledad, esa compañía está en unos libros escritos por un hombre de un pequeño pueblo colombiano.

lunes, 14 de abril de 2014

Irritable, de series y canonizaciones civiles

Llevamos semanas viviendo la canonización civil de Adolfo Suárez. No me parece mal hacer esta ceremonia de enterramiento con los jefes de gobierno, tal y como se hace en otros países. Seguramente se merece un análisis serio y pausado sobre lo que hizo y lo que no hizo. Sobre sus aciertos y sus errores. En cualquier caso, hay que dejar claro que tenía más categoría que los políticos de hoy.

Y hay que recordar que hizo algo inédito en España: dimitir. Creo que por eso no les gustaba mucho a otros políticos, porque les recordaba, que existe la palabra dimitir y que se puede poner en práctica. De todas formas, hay cosas que nadie le podrá quitar nunca: esta foto.


Ante tanto cariño recuerdo aquellas palabras del propio Suárez hace muchos años: "queredme menos y votadme más".

Cuentan que cuando el Rey le fue a dar el Toisón de Oro a su casa, le preguntó a su hijo quién era y le dijo "este vendrá a pedir dinero". Seguramente, en sus años en diferentes cargos siempre le pedían cosas, especialmente dinero, y se le quedó en la mente que todo el mundo iba a pedirle dinero. Me hace gracia la anécdota porque yo soy un oscuro funcionario y a mi me están pidiendo cosas continuamente, y mi reciente viaje no fue una excepción. Se me acercaban muchos a pedir cosas: documentación, entrevistas, influencia, ...

La ventaja de trabajar en el centro de Madrid es que me dio la oportunidad de ver la peregrinación al Congreso de los Diputados y doy fe que la fila de personas esperando para entrar era larguísima. También me permitió ver parte de la ceremonia en directo ausentándome solamente veinte minutos.


He de reconocer que ha habido algo que me ha gustado mucho: que eligiera como lugar de enterramiento la Catedral de Ávila. Eso de que el entierro sea en una Catedral de una "recia" capital castellana, después de lo olvidada que ha estado, me parece positivo. Me gustaría saber de aquí a un año cómo evoluciona el turismo español en Ávila y saber si se incrementa el número de visitantes de la Catedral.

Eso sí, a mi parecer fallos estéticos hubo muchos. Por ejemplo: ¿no hubiera merecido la ocasión la presencia de los maceros? ¿No se podía haber evitado el uniforme de los policías municipales? Eso de llevar a un tío vestido de sota de bastos, con una maza en la mano, queda muy solemne. Se ve que no estamos acostumbrados a organizar estos eventos pero salió bastante bien, para tener tan poca práctica. (Releo el comentario y ha quedado muy de estereotipo gay, pero ahí lo dejo).


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Le compré a mi madre el libro de Pilar Urbano, "La gran desmemoria". No soy muy amigo de comprar un libro como este, pero adivinaba los pensamientos de mi madre: quería el libro. El día que lo traje solamente le faltó bailar.



Hoy uno de los Subdirectores del trabajo me ha dicho que lo ha leído (cosa que me ha sorprendido en un hombre formado como él al que no le pega comprar este tipo de libros), le ha gustado y que ha confirmado sus sospechas: somos unos monigotes en manos de cuatro gatos, y esos gatos, nos toman el pelo continuamente.

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Otra de las series que hemos visto y que se me olvidó comentar en la entrada pasada es "Looking" . Allí he descubierto a un feo-guapo o un feo-atractivo. Me encanta cómo habla inglés y eso que ese acento que tiene me suele resultar bastante repulsivo.



He de decir que los dos primeros capítulos no me gustaron mucho. Es más, el primer capítulo no me gustó NADA. Luego le fui cogiendo gustillo a la historia. Además, hay un capítulo que me pareció muy romántico pero no empalagoso, sino bonito de verdad.



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Pues sí, vuelvo a estar irritable y desanimado. Los mejores momentos: los que paso con M.

En el trabajo he tenido dos semanas a mi jefe de viaje por países lejanos y me quedé como encargado del chiringuito. Creo que salí airoso de la prueba, eso sí, supone mucho esfuerzo.

A mi madre le encanta chinchar a la gente y ayer no me resistí a decirle que mi padre era un santo, que yo soy menos santo y por eso me rebelo, pero que tenga cuidado y no pinche a todo el mundo, porque cualquier día le dan un parón como el que me pide el cuerpo, a veces. No soy un buen hijo.

sábado, 12 de abril de 2014

I will survive

Estoy en ello. La música que fue banda sonora de mi niñez, con un radiocasette comprado en Canarias trata de mantenerme a flote.


En verdad, en verdad pienso que nuestro gobierno se ha concentrado en cagarla continuamente y para ello ha juntado a sus mentes más cochambrosas. Mi ligerísimo, episódico, contacto con alguna semi-alta esfera no hace sino confirmar que al menos este gobierno nada en la más absoluta de las inanidades. Es como un bombero que va apagando fuegos, pero que no sabe dónde va, como una gallina sin cabeza.

Lo peor es que las oposiciones no le van a la zaga, y parece que compiten por cagarla todavía más que el gobierno.

Hace unos días me tocó dar una charla en Barcelona. Sin pretenderlo, era la estrella invitada. Una reunión que, en principio, no era destacada se llenó hasta la bandera y ante otros invitados de relumbrón, resultó que las palabras más esperadas eran las mías. No es la primera vez que me llevan a una reunión como víctima propiciatoria: si sale mal me llevo los tomatazos, si sale bien, las medallas se las llevan otros.

Pude rechazar el encargo, pero pensé que si lo rechazaba porque era difícil, me estaba dejando llevar por el conformismo, por la comodidad. Como dijo en su día ese gran pensador, El Cordobés, "Esta noche te compraré una casa... o llevarás luto por mí": así preparé la reunión, expuse las novedades de la mejor manera posible y no me tiraron tomates. De hecho parece que gustó bastante tanto la exposición como el contenido.

Ahí seguí la frase del hombre de moda (Suárez): "La vida siempre te da dos opciones: la cómoda y la difícil. Cuando dudes elige siempre la difícil, porque así siempre estarás seguro de que no ha sido la comodidad la que ha elegido por ti." Esta vez salió bien.

Lo mejor de todo: una noche salí con los amigos de Barcelona y disfrutamos una buena cena y mucha mejor compañía. La noche siguiente tuve cena de compromiso y la verdad es que también disfruté muchísimo: la cena fue en un rastaurante vasco espectacular y no faltó detalle. Me habían hablado muy bien de nuestro anfitrión y la verdad es que no defraudó, tanto en lo culinario como en lo personal.

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Llevé el coche la taller: mil euracos. La verdad es que ha salido malo de coj*nes porque ya a  mi padre le tocó hacer alguna reparación costosa. Ahora no estaba para cambios de coche y por eso acepté, pero si vuelve a tener una avería cuantiosa, me lo pensaré muy mucho. Ya tiene 12 años pero solamente 100.000 km. A las dos semanas, otra vez al taller por algo "menor": 60 euros.



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Estamos devorando los capítulos de Breaking Bad y ya estamos en la quinta temporada. Vamos relativamente lentos porque los vemos juntos M. y yo. Estamos enganchadísimos.



También vemos "House of cards", que me parece maravillosa, aunque el hecho de que Kevin Spacey hable a la cámara a veces resulta antinatural.

Además, nos ha servido para descubrir un actor con un atractivo bastante salvaje: Corey Stoll. No es el típico guaperas, pero tiene algo.



Ayer vimos la película de Pierce Brosnan, "Mejor otro día". Digamos que me pareció algo decepcionante. Quizá yo esperaba algo más de comedia.

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Mi madre va mejorando muyyyyy lentamente. Pero a veces se pone bastante pesada con determinadas cuestiones y con cierta dependencia de mi hermana y de mi, pero yo soy quien vive con ella.